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El Poder Como Arma

  • Álvaro Muñoz
  • 25 jul 2018
  • 3 Min. de lectura

En una ocasión me llamaron para trabajar con un líder empresarial; "No sabemos si despedirlo o premiarlo" me dijeron. Se trataba de una persona con muy grandes capacidades técnicas; tanto que en alguna ocasión lo enviaron a otra ciudad para montar un segundo turno de producción y cuando regresó dejó no solo el segundo sino el tercero funcionando. Como ingeniero pocas veces he tenido la oportunidad de conocer a alguien que en su mente conozca todos los detalles y variables de un proceso de manufactura; su conocimiento y experiencia eran sumamente valiosos para la organización en la que trabajaba pero su trato hacia los colaboradores no era propiamente el mejor. Cuando la gente de Talento Humano me contó el caso, y a pesar de que me pidieron un proceso de coaching, yo intuí que había algo más que ver primero y sugerí un tipo de intervención mixta: comenzando por unas sesiones con AONC para descongestionar primero las urgencias que pudiera su cerebro tener, y posteriormente un proceso de coaching para canalizar la energía liberada con el primer proceso. Para fortuna de todos, mi recomendación fue aprobada y comenzamos con AONC.

El proceso avanzaba normalmente y él al principio como con escepticismo, preguntaba y cuestionaba cómo funcionaba "eso"; decía que sentía más tranquilidad pero que no entendía qué estabamos haciendo. Sin embargo, como hacia la tercera o cuarta sesión, el recuperó un recuerdo muy antiguo, de como cuando tenía siete años mas o menos... estaba jugando pelota en la calle y el balón se les escapó; cuando el fue a recuperarlo se encontró con un vehículo que venía bajando y casi lo atropella. Para colmo, el conductor del vehículo se baja y le apunta con un arma de fuego en la frente preguntándole si se quiere morir... a continuación sucedió algo que para mi fue mágico: el estaba allí observando la escena y contándomela cuando de pronto se quedó callado unos segundos y luego soltó una carcajada estruendosa y no paraba de reirse; "y ahora, ¿que está pasando?" - le pregunté y con voz muy suave y una cara muy sonriente - como si estuviera obteniendo un placer muy grande - me contesta: "le rompí el vidrio del carro con una piedra y ahora voy corriendo y no me puede alcanzar!!!!"... eso no fue lo que sucedió en la vida real, pero su cerebro - que había estado reprimiendo el recuerdo de ese evento por algo así como unos treinta años, pudo finalmente hacer lo que había querido hacer en aquel entonces y no pudo. El resto de la sesión fue completamente normal, pero cuando completamos el proceso y abrió los ojos, me dijo:

"yo no me acordaba ya de eso, pero siento como que me quité un peso muy grand de encima..."

Unas cuantas semanas después llamé a Talento Humano para ver cómo iba y me contaron que su cambio de actitudes y comportamientos había sido muy notorio; que estaba haciendo grandes progresos y sus colaboradores se sentían a gusto trabajando con él; un tiempo después me enteré que la compañía creó un cargo a la medida de sus capacidades y habilidades y lo habían promovido al área de proyectos donde es estaba desempeñando muy bien.

Para mi es algo maravilloso saber que existen herramientas como la Auto Observación Neutro Consciente, que son tan potentes y efectivas; realmente no se de qué otra manera esta persona hubiera podido hacer un cambio tan efectivo en tan poco tiempo.

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